El Odio de Álvaro Uribe le Impide Liberar a los Secuestrados

06Feb09

Liberacion de Alan Jara

Liberacion de Alan Jara

El odio de Álvaro Uribe

le impide liberar a los

secuestrados


En relación con la noticia de que el presidente Uribe menospreció las aseveraciones del recién liberado ex-gobernador del Meta, Dr. Alan Jara, ha quedado con inocultable evidencia que la inhumana tesis sobre el control del secuestro del presidente Uribe no ha cambiado un ápice. La respuesta del presidente Uribe era más que predecible.

El presidente Uribe parte del principio de que si se negocia y se retribuye a los secuestradores se legitima el crimen y se incentiva el aumento de los secuestros. Para corroborarlo él muestra la disminución de los secuestros de las FARC. Este argumento tan superficial, absurdo e inhumano ha sido ley inviolable del código del presidente Uribe contra las FARC. La opinión pública colombiana que aceptó e impulsó el terrorismo y criminalidad del paramilitarismo como recurso para exterminar las FARC ve en la tesis del presidente Uribe una lógica irrefutable y la aplaude estruendosamente.

Lo que esta tesis significa es que los secuestrados deben podrirse en cautiverio, porque liberarlos con una negociación es exponer al resto de colombianos a que sean secuestrados. El presidente Uribe puede imponer con éxito este sofisma en Colombia, pero la realidad del secuestro y la liberación es muy diferente.

Si el presidente Uribe tuviera un poquito de sinceridad consigo mismo le respondería al Dr. Jara que el Dr. Jara tiene toda la razón, que él, el presidente Uribe, no ha hecho nada por ningún intercambio humanitario y que es más, que él, el presidente Uribe, jamás lo hará, porque hacerlo, según él mismo, es regalarles una victoria a las FARC. Pero el presidente Uribe nunca ha podido ser sincero consigo mismo y menos podrá serlo con el Dr. Jara ni con los colombianos. Cualquiera que haya oído hablar del presidente Uribe conoce su tesis y debe reconocer inmediatamente que lo afirmado por el Dr. Jara es la verdad escueta, clara e indiscutible.

Lo que asombra es que el presidente Uribe intente establecer que el Dr. Jara está loco y que sus palabras son el producto del lavado de cerebro que le hicieron las FARC.  Cuando el Dr. Jara solo es un testigo de lo que Uribe no ha hecho.

Mientras en Israel (por Shalit) y Francia (por Betancourt) la gente entiende sin ninguna duda que lo afirmado por el Dr. Jara se cae por su propio peso y que es completamente cierto, los colombianos aparecen ante el mundo hipnotizados por una tesis insostenible, bárbara y a toda prueba criminal.

Israel inició negociaciones y planeación de operaciones de rescate inmediatamente cuando el soldado Gilad Shalit fue secuestrado por Hamas. Las negociaciones se han desarrollando con toda intensidad y sin descanso, siendo el punto más tenso los mil prisioneros, incluyendo altos rangos y ejecutores de acciones terroristas, que quiere Hamas y los cientos que ofrece Israel. Sondeos militares para hallar a Shalit tampoco han descansado y ningún rescate se ha hecho, porque todavía se desconoce el lugar donde se halla Shalit. Uno de los objetivos de la reciente invasión de Gaza fue determinar ese lugar y planear el rescate definitivo, pero eso tampoco se logró. La negociación por la liberación de Shalit se ha intensificado después de la reciente destrucción de Gaza.

El presidente de derecha francés, Nicolas Sarkozy, hizo la liberación de Ingrid Betancourt la prioridad de su gobierno, tan pronto subió a la presidencia, y con Jaque o sin Jaque su propósito fue liberar a Ingrid Betancourt costara lo que costara y hasta logró contactos directos de la inteligencia francesa con las FARC. No sobra recordar que la inteligencia francesa, la logística de la inteligencia inglesa y las conclusiones del monitoreo de la inteligencia militar estadounidense en las zonas de las FARC, todas contribuyeron al plan israelí que lideró la inteligencia del ejército colombiano, por lo que la Operación Jaque fue una acción de inteligencia y no militar. Lo malo de la operación Jaque es que no se puede hacer dos veces y que en el fondo esa operación se logró simple y llanamente por ingenuos errores de las FARC.

Lo importante en estos dos casos es: primero, la prioridad que tiene para los gobiernos de Israel y Francia que ningún militar o civil permanezca en manos de los enemigos, porque eso implica un poder superior de quienes lo retengan y porque eso establece que el estado falla en proteger a todos y cada uno de sus ciudadanos. El estado tiene que asegurarle a cada secuestrado que su gobierno lo sacará vivo de la celada de que fue víctima. Cada segundo que los secuestradores mantengan una víctima en su poder es una derrota del estado en su habiolidad y en su objetivo de garantizar la libertad de todos y cada uno de sus ciudadanos.

Segundo, que la negociación es pieza fundamental de cualquier liberación, es la única forma que el secuestrado tiene de saber que algo se está haciendo por su liberación. Única y exclusivamente la negociación le dice al secuestrado que se está luchando por él o ella y que su libertad no solo es una esperanza, pero un hecho en el que su gobierno trabaja incansablemente. Al negar la negociación, el gobierno entrega la víctima a la completa merced de los criminales ,  a la suerte de las armas y abandonada a su destino, en el que queda incluido la tortura y la muerte.

No se necesita nacer en Israel o Francia para darse cuenta que cada secuestrado tiene la garantía de su libertad por parte del estado a cualquier precio y eso incluye desde la negociación hasta el rescate a la fuerza, siempre y cuando la vida y la integridad de la víctima sean un triunfo del gobierno. La posición de Hamas y de las FARC es precisamente la contraria, evitar esa liberación para humillar al estado por su incapacidad e inhabilidad de liberar a sus víctimas.

En Colombia, las FARC no tienen que esforzarse como Hamas para que las negociaciones sean infructíferas y el rescate casi imposible, porque el presidente Uribe le quita al gobierno el arma de la negociación y le permite a las FARC retener ufanamente a los secuestrados por los años que se les de la gana. El presidente Uribe prefiere resignarse.

Las FARC libera a los secuestrados más recientes, porque el verdadero trofeo son los secuestrados más antiguos, ya que ellos demuestran cuantos años las FARC le han mamado gallo al gobierno, y Uribe todo lo que ha hecho es regalarles esa victoria a las FARC.

El juego político es: las FARC demuestran que pueden retener a cualquiera cuánto quieran y el del gobierno es decirles NO, ustedes no pueden, y demostrarlo, incluyendo la negociación.

La tesis del presidente Uribe no solo es primitiva e inconsecuente con el secuestrado, pero además completamente alejada del contenido político del secuestro y no indirecta, pero directamente criminal.

Las FARC quieren que el calificativo de terroristas, que se logró internacionalmente por la gestión del presidente Andrés Pastrana, se lo quiten y además saben que mantener centenares de secuestrados no solo es demasiado, pero una responsabilidad de riesgos múltiples. Estas son las verdaderas razones de la disminución de secuestros de las FARC y no la bárbara y criminal tesis del presidente Uribe. Lo que Uribe ha hecho es explotar la ingenuidad, y preferencia de métodos violentos de los colombianos, para su puro beneficio político personal.

El Dr. Jara simplemente ha expuesto su experiencia, pero esa experiencia debe alertar a los colombianos de que la solución a los secuestros de las FARC no es la simplista, bárbara y criminal tesis del presidente Uribe.

Seguir con el viejo cuento calcinado de que el diálogo con las FARC no sirve, porque el presidente Pastrana no haya sabido manejarlo en el Caguán no tiene asidero. Imagínense si eso pensara el gobierno Irlandés del Norte o el Surafricano. Todavía habría IRA como hay ETA, y todavía habría Apartheid como hay exterminio en Darfur.

La deficiencia de negociación es una deficiencia de civilización y una falla de la cultura de los negocios. Es la habilidad de la negociación lo que está al orden del día no el barbarismo de la política que rige en Colombia, ojo por ojo diente por diente, que tiene ciegos a los colombianos y no les permite echarle el diente a la violencia.

La guerra misma contra las FARC ha sido contraproducente, como los analistas extranjeros afirman. Las FARC han renovado su dirección rápidamente, tienen nuevos reclutas que reemplazan los militantes perdidos y se han dejado llevar a la selva amazónica donde tienen mayores ventajas militares y se mueven en territorio internacional, lo que les ha dado un horizonte geopolítico que no tenían antes del gobierno de Uribe. Sin que el Dr. Jara sea un experto en el conflicto armado colombiano, definitivamente ha sido testigo de lo que concluyen los análisis más recientes y avanzados sobre las FARC.

El embajador colombiano ante la OEA, Camilo Ospina, hizo quedar a la política de Seguridad Democrática del presidente Uribe como un chahualo viejo, de fresco mal olor, frente a los representantes de los países de América. Camilo Ospina les citó, sin pelos en la lengua ni ejercicio neuronal, que las FARC accionan en Popayán, en Neiva, en Cali, y hasta en Bogotá, la misma capital de Colombia. Los representantes ante la OEA veían con tristeza cómo la Seguridad Democrática había fallado, cómo el accionar de las FARC a nivel nacional no había disminuido, cómo las FARC no han perdido su poder amenazante, y cómo era mentira que las FARC estaban diezmadas en un rinconcito de la selva. El embajador Ospina dejó muy claro todos los sitios donde accionan las FARC, pero nunca mencionó qué hacen en el rinconcito de la selva.

Para peor, el mismo presidente Urbe reconoce que no puede negociar con las FARC, porque para hacerlo él requiere tenerlas vencidas para imponer las condiciones de la negociación. La fuerza de las FARC, o su triunfo frente a la Seguridad democrática del presidente Uribe, no solo fue demostrada ante la OEA, pero también confirmada internacionalmente por el mismo presidente Uribe en su respuesta al Dr. Jara: las FARC continúan sus triunfos en la sociedad colombiana, siendo el más reciente los millares de intelectuales que integran «Colombianos por la Paz».

Después de incansables batallas día y noche por ocho años contra las FARC, contando Uribe con el mejor ejército, mejor armado y con la mejor inteligencia estadounidense, con billones de dólares gastados en la guerra, con la sangre derramada de soldados y guerrilleros y con millones de desplazados, y terminamos con la misma historia de que las FARC están todavía como si nada, tan fuertes que Uribe no puede negociar con ellas y tan activas en todo Colombia como lo explicó el embajador Ospina a la OEA.

Lo único que parece haber quedado de los dos gobiernos del presidente Uribe es el mayor odio contra las FARC, porque de que las haya acabado no hay muestras. Basta con escuchar cómo se queja el gobierno de la amenaza, presencia y ataques de las FARC para concluir que no están diezmadas en un rinconcito de la selva.

La prueba más grande de la derrota del presidente Uribe ante las FARC y la mejor muestra de su ceguera de odio fue que quedó incapacitado para explotar políticamente la liberación unilateral que hizo las FARC. Si el presidente Uribe no tuviera odio y pensara en la paz, que tanto necesitan los colombianos, hubiera estimulado el paso dado por las FARC, no importa las motivaciones que hayan tenido, el hecho es que se están liberando los secuestrados, eso es lo más valioso.

Sería mejor vivir en un mundo donde los ladrones se acostumbran a devolverlos a sus dueños las cosas que les roban.

El presidente perdió la oportunidad de felicitar a las FARC y decirles: Gracias, eso es lo que Colombia quiere ver de ustedes. Ustedes tienen mi aplauso y mi apoyo a estas acciones que benefician a Colombia. El presidente Uribe, por su odio, está incapacitado de ser neutral y pensar en el bien común de todos los colombianos. Así como se debe censurar lo malo que hagan también hay que aplaudir lo bueno que hagan. Ese es el principio de justicia que Uribe desconoce. Un presidente sin sentido de justicia, que hasta ataca al ramo de la justicia, no es buen augurio para nadie.

Antes que acabar a las FARC, la prioridad del presidente Uribe debió ser la liberación de los centenares de secuestrados de las FARC, no importa el costo, pero la libertad de cada ciudadano es lo más preciado de cualquier estado que honre, ame y luche por la libertad. Si un estado, como Israel y Francia, no lucha por la libertad de sus ciudadanos, entonces ¿Quién lo va a hacer?

El odio del presidente Uribe nunca le ha dejado ver cuál es su verdadero deber con los colombianos y los principios que debe poner en alto y que verdaderamente lo van a diferenciar y oponerlo contra quienes ejercitan el robo de la libertad de los colombianos.

Lo que ha dejado en claro el presidente Uribe es su odio y su falta de apoyo a la iniciativa de otros y la comunidad civil, un fanatismo paranoico de encontrar siempre algo malo para interrumpir la iniciativa de colombianos independientes, y ante la comunidad internacional ha dejado otro gesto de obstaculizador, no hizo nada dentro de este proceso pero si quiere desprestigiarlo y terminarlo mal.

Esta no es una acción aislada del presidente Uribe, por el contrario es una forma sistemática de proceder dentro de este tema. Su oposición radical al Intercambio Humanitario es un impedimento tanto del uso de la diplomacia como de innumerables otros recursos pacíficos para precipitar el conflicto a una negociación y compromiso de terminación.

Queda claro que este gobierno no está preparado para los otros pasos necesarios en la finalización del conflicto.

José María Rodríguez González